Papa Francisco Ángelus Plaza de San Pedro Solemnidad de la Santísima Trinidad

2016-05-22 Vatican.va

8 Papa Francesco

PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Solemnidad de la Santísima Trinidad
Domingo 22 de mayo de 2016

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, fiesta de la Santísima Trinidad, el Evangelio de san Juan nos presenta un pasaje del largo discurso de despedida, pronunciado por Jesús poco antes de su pasión. En este discurso Él explica a los discípulos las verdades más profundas relacionadas con Él; y así se expresa la relación entre Jesús, el Padre y el Espíritu. Jesús sabe que está cerca de la realización del designio del Padre, que se cumplirá con su muerte y resurrección; por esto quiere asegurar a los suyos que no los abandonará, porque su misión será prolongada por el Espíritu Santo. Será el Espíritu quien prolongará la misión de Jesús, es decir, guiará a la Iglesia hacia adelante.

Jesús revela en qué consiste esta misión. Sobre todo el Espíritu nos conduce a entender muchas cosas que Jesús mismo tiene aún que decir (cf. Jn 16, 12). No se trata de doctrinas nuevas y especiales, sino de una plena comprensión de todo lo que el Hijo oyó del Padre y dio a conocer a los discípulos (cf. v. 15). El Espíritu nos guía por nuevas situaciones existenciales con una mirada dirigida a Jesús y, al mismo tiempo, abierto a los eventos y al futuro. Él nos ayuda a caminar en la historia firmemente radicados en el Evangelio y también con dinámica fidelidad a nuestras tradiciones y costumbres.

Pero el misterio de la Trinidad nos habla también de nosotros, de nuestra relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En efecto, mediante el Bautismo, el Espíritu Santo nos ha insertado en el corazón y en la vida misma de Dios, que es comunión de amor. Dios es una «familia» de tres Personas que se aman tanto que forman una sola cosa. Esta «familia divina» no está cerrada en sí misma, sino que está abierta, se comunica en la creación y en la historia y ha entrado en el mundo de los hombres para llamar a todos a formar parte de ella. El horizonte trinitario de comunión nos envuelve a todos y nos anima a vivir en el amor y la fraternidad, seguros de que ahí donde hay amor, ahí está Dios.

Nuestro ser creados a imagen y semejanza de Dios-comunión nos llama a comprendernos a nosotros mismos como seres-en-relación y a vivir las relaciones interpersonales en la solidaridad y en el amor recíproco. Tales relaciones se juegan, sobre todo, en el ámbito de nuestras comunidades eclesiales, para que sea cada vez más evidente la imagen de la Iglesia icono de la Trinidad. Pero se juega en las distintas relaciones sociales, desde la familia, hasta las amistades y el ambiente de trabajo: son ocasiones concretas que se nos ofrecen para construir relaciones cada vez más humanamente ricas, capaces de respeto recíproco y de amor desinteresado.

La fiesta de la Santísima Trinidad nos invita a comprometernos en los acontecimientos cotidianos para ser fermento de comunión, de consolación y de misericordia. En esta misión, nos sostiene la fuerza que el Espíritu Santo nos dona: ella cura la carne de la humanidad herida por la injusticia, por los abusos, por el odio y la avidez. La Virgen María en su humildad, acogió la voluntad del Padre y concibió al Hijo por obra del Espíritu Santo. Que ella, espejo de la Trinidad, nos ayude a reforzar nuestra fe en el Misterio trinitario y a encarnarla con elecciones y actitudes de amor y de unidad.

 

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Ayer, en Cosenza, fue proclamado Beato Francisco María Greco, sacerdote diocesano, fundador de las Pequeñas Obreras de los Sagrados Corazones. Entre el siglo xix y xx fue animador de la vida religiosa y social de la ciudad, Acri, donde ejerció todo su fecundo ministerio. Damos gracias a Dios por este sacerdote ejemplar. Este aplauso es también para tantos buenos sacerdotes que hay aquí en Italia.

Mañana iniciará en Estambul, Turquía, la primera cumbre humanitaria mundial, que tiene como finalidad reflexionar sobre las medidas por adoptar para salir al encuentro de las dramáticas situaciones humanitarias causadas por los conflictos, problemáticas ambientales y de extrema pobreza. Acompañamos con la oración a los participantes en dicho encuentro, para que se comprometan plenamente en realizar el objetivo humanitario principal: salvar la vida de todo ser humano, sin excluir a nadie, en especial los inocentes y los más indefensos. La Santa Sede tomará parte en esta cumbre humanitaria, y por esta razón hoy se encuentra de viaje para representar a la Santa Sede el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin.

El martes, 24 de mayo, nos uniremos espiritualmente a los fieles católicos de China, que ese día celebran la memoria de la Bienaventurada Virgen María «Auxilio de los cristianos», venerada en el santuario de Sheshan, en Shanghai. Pidamos a María que done a sus hijos en China la capacidad de discernir en cada situación los signos de la presencia amorosa de Dios, que siempre acoge y siempre perdona. Que en este año de la misericordia los católicos chinos puedan, junto a los que siguen otras nobles tradiciones religiosas, convertirse en signo concreto de caridad y reconciliación.

De ese modo ellos promoverán una auténtica cultura del encuentro y la armonía de toda la sociedad, esa armonía que ama tanto el espíritu chino.

A todos os deseo un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí.

¡Buen almuerzo y hasta la vista!