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26
feb
2016

Visita a la Comunidad terapeutica "San Carlos"

26 febrero 2016 (Save to calendar)

Centro de acogida Don Mario Picchi

El Papa Francisco no deja de sorprender. Su viaje a México se caracterizó por una firme e inequívoca denuncia contra el tráfico de drogas. Sus palabras permanecen como un eco inconfundible: “Me preocupan tantos que, seducidos por la potencia vacía del mundo, exaltan las quimeras y se revisten de sus macabros símbolos para comercializar la muerte… Les ruego no minusvalorar el desafío ético y anti-cívico que el narcotráfico representa para la juventud y para la entera sociedad mexicana, comprendida la Iglesia”.

 

Pocos días después de su regreso de México, el Papa ha hecho un signo concreto y visible de lo que había dicho en la catedral de la Ciudad de México: “No nos consienten a nosotros, Pastores de la Iglesia, refugiarnos en condenas genéricas, sino que exigen un coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral para contribuir, gradualmente, a entretejer aquella delicada red humana... Sólo comenzando por las familias; acercándonos y abrazando a la periferia humana y existencial de los territorios desolados de nuestras ciudades; involucrando las comunidades parroquiales, las escuelas, las instituciones comunitarias, la comunidades políticas, las estructuras de seguridad; sólo así se podrá liberar totalmente de las aguas en las cuales lamentablemente se ahogan tantas vidas”. Siguiendo el hilo que conceptualmente une estos Viernes de la Misericordia, los gestos que realiza el Papa durante el Año Santo recorren simbólicamente las Obras de Misericordia, esta vez, sin previo aviso, el Papa Francisco se ha presentado por sorpresa en la puerta de la Comunidad terapéutica "San Carlos" en las afueras de Roma. La comunidad, fundada por D. Mario Picchi, acoge 55 personas que están haciendo un programa para dejar la dependencia de las drogas.

 

La sorpresa fue general. Nadie esperaba ver al Papa Francisco y una profunda conmoción ha invadido a todos. El Papa ha querido quedarse con los jóvenes, ha escuchado sus historias personales y les ha hecho sentir su cercanía.

Les ha alentado a no dejarse devorar por la “metástasis” de la droga y, abrazándoles, ha querido hacer comprender que el camino iniciado en comunidad es una posibilidad real para comenzar de nuevo y experimentar una vida digna de ser vivida. Con este signo, pues, el Papa ha querido poner el acento en la necesidad de mantener la confianza en la fuerza de la Misericordia, que sigue sosteniendo nuestra peregrinación y que, acompañándonos también en las horas más frías, hace sentir el calor de su presencia y reviste al hombre de su dignidad.

Centro de acogida Don Mario Picchi

Via Pascolaro Marino 1, Marino (Roma), Italia